viernes, 21 de agosto de 2009

22. LA FASCINACION DEL DESEO Y DEL AMOR



Cuando a un hombre le fascina una mujer, lo más probable es que haya sido convocado por su propio deseo, y llevado por éste a brindar amor. Pero cuando pasa el período del enamoramiento y se instaura finalmente el amor, se invierten los caminos y de ahí en adelante, es el deseo el que viene del amor y no a la inversa. Si muere el amor, muere el deseo. Por más bella o atractiva que sea la mujer que nos fascinó y encantó, si no subsiste el amor, desaparece el deseo o, peor aún, se instaura la perversión. Pero mientras sepamos cuidar y alimentar el amor, el deseo bendecirá nuestros días y nuestras noches, y los de la mujer que amamos y que nos ama. No te avergüences de tu deseo, entonces, y bríndalo gozoso y feliz como el más bello de tus obsequios, sin olvidar que, si no quieres que se desvanezca con la misma fragilidad de un sueño, instantes después de despertarte, tienes que poder esperar, postergar, y dejar que de él se nutra su destino: el amor, para nunca agotarse. No sé cómo vive esto la mujer, pero si estoy muy claro que hablo desde lo más profundo de la esencia del hombre. Palabra de hombre.

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