miércoles, 19 de agosto de 2009

17. EL ORGULLO DE LA VIRILIDAD

Los hombres estamos aún lejos de poder sentirnos socialmente bien con nuestro deseo sexual. Ni la represión sexual previa a los años sesenta del siglo pasado, ni la permisividad sexual que ahí nació como reacción, nos hacen sentirnos realmente cómodos. Cuando nuestro deseo se hace patente, podemos sentir que se nos viste de algún tufillo y sentimos la burla o la censura, y nuestra alma se siente invadida por sentimientos de amargura, de tristeza, hasta de furia por el temido rechazo. No cedamos a ese prejuicio, a ese estigma. Tu deseo como hombre es bueno, y merece ser valorado y apreciado como el agua fresca de todos los días. Tu deseo hará sentir claramente a tu pareja que la has elegido a ella como única compañera de tu vida, de tu única vida. Es el regalo más valioso que puedes brindar a la mujer que amas. Tal vez ella no lo entienda, y piense que es sólo ella la que da y tú el que tomas. Pero si tu orgullosa virilidad se enriquece con el dulce agradecimiento por lo que ella te brinda de su propio deseo, ambos irán sanando los espacios que la sociedad aún no sabe cuidar, y construiremos una sociedad más sana, más equilibrada, menos violenta. Palabra de hombre.

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