jueves, 25 de febrero de 2010

57. CRECER COMO HOMBRES

Nunca vamos a crecer los hombres si no nos despertamos del sueño en el que estamos sumergidos. Nuestras madres son también responsables de nuestra confusión no sólo nuestros padres y ancestros hombres, porque ellas son transmisoras muy directas de los mitos a veces perversos sobre la masculinidad. El torpor que nos embriaga es la confusión misma que surge de vivir de maneras automáticas, reactivas, por nuestros hábitos, costumbres, que seguimos mayormente sin mediar reflexión alguna. Repetimos lo que aprendimos de pequeños acerca de lo que es “ser hombre” o lo que vemos y registramos a nuestro alrededor, de manera inconsciente. Y todo comportamiento inconsciente es irresponsable. A lo que conduce a nuestra conducta irreflexiva es al abuso, a la prepotencia, a la negligencia, a la infidelidad compulsiva, a actitudes autoritarias, que manchan nuestro género con la imagen del llamado “machismo”. Buscamos consuelo o justificación en una imagen de poder, en algún supuesto orden divino o fantasía religiosa, que niega nuestra fragilidad innata como seres mortales, que nos embriaga de fantasías omnipotentes sobre un supuesto rol del “Hombre”. Estos espejismos se quiebran en un desorden mental, cuando la realidad se impone con la enfermedad y la consciencia de la inevitabilidad de la muerte y nuestra respuesta se tiñe de miedos, tristezas, furias inútiles. La respuesta sana y sanadora, es la constante ampliación de nuestra consciencia, conducente a la compasión, el amor, el cuidado de la vida, la protección del más débil o del que no se puede defender. Esa es la Ley del Padre para mí. Palabra de hombre.

martes, 23 de febrero de 2010

56. LA ANGUSTIA Y LA CALMA

La vida tiene razones de sobra para generar angustias en nosotros. Nada es eterno, todo cambia, todo es incierto, salvo la inevitabilidad de la enfermedad y de la muerte. Pero ante esto solemos hundirnos en la depresión, o fantasear una vida sin sufrimiento, en este u otro mundo, podemos negar esa realidad y entregarnos a alguna actividad obsesiva que nos distraiga, o sumirnos en la fantasía de alguna creencia que nos consuele. Pero creo que esas respuestas no son las únicas posibles. También es posible aceptar esa realidad y vivir con ella como lo que es, y bendecir nuestra vida con el espíritu compasivo que de esa consciencia surge. También podemos aceptar, con esa misma compasión, que de vez en cuando vamos a caer en alguna forma de distracción evasiva como puede ser el consumismo, podemos reconocer que que la inevitable angustia de la vida nos va a llevar a veces a concebir alguna conducta agresiva, autocomplaciente o de autoconmiseración... pero tomando distancia de esa evasión, no actuándola irresponsablemente. Ni reprimas ni te entregues a esos sentimientos o impulsos, simplemente reconoce que están ahí, y observa cómo, solos, ellos desaparecen, se desvanecen, y vuelve la calma. Si logras tomar consciencia a tiempo de esas respuestas espontáneas, inconscientes, negadoras, podrás encontrar un reconfortante espacio de calma y de sabiduría. Palabra de hombre.

55. LA AMISTAD

Tener una amistad, sea o no un amor, es vital para sentirnos vivos y encontar sentido en esa experiencia de la vida. Un amigo no es la persona que te aconseja, quien te dice lo que debes hacer o sentir, no es simplemente la persona que te acepta y juega contigo. No necesitamos que ese amigo o amiga sea un sabio, ni una persona que sepa lo que está bien o mal, ni una persona que nos quiera hacer creer en lo que ella cree, ni menos quien nos hace sentir que dependemos de ella. Un amigo es una persona que acepta nuestra imperfección tanto como la suya propia. El que acompaña nuestros esfuerzos por aprender a vivir, el que nutre nuestra conexión con los aprendizajes de los demás, de nuestra cultura, de nuestra historia, con nuestros sueños, sin pretender que es dueño de ninguna verdad, como no lo somos nosotros mismos. No es un guru, no es una autoridad ni espiritual ni jerárquica, no es nadie que se sienta superior a nosotros, no es quien pretende dominarnos ni someternos con un pensamiento supuestamente superior. Es quien respeta la creatividad, la imaginación, la autonomía de cada vida, quien valora la experiencia de cada uno, y que no pretende ningún supuesto saber, ni tener ninguna verdad ni alucina tener revelación alguna. Palabra de hombre.