Sergio
Barrio Tarnawiecki
Lima,
6 de Abril de 1993
"Este
no es un libro.
Quien
lo toca está
tocando
a un hombre"
Walt
Whitman (15)
RESUMEN
Las
reflexiones que siguen pretenden iniciar una discusión sobre la masculinidad
hoy. La iniciaremos con una descripción somática, para pasar a describir el
estado emocional y psíquico del hombre actual, su pérdida de imagen, la
depresión que vive. Examinaremos brevemente que condicionantes
psicobiogenéticos pueden estar detrás de la tendencia del hombre a negar sus
sentimientos o a disociarse de ellos. Pero para explicar la crisis de la
masculinidad recurriremos a un examen de las condiciones sociales y económicas
generales y específicas de nuestra época. Luego veremos cómo esta crisis abre
oportunidades en la medida en que se trata de una crisis general de una
sociedad basada en las formas autoritarias del Pater Familiae en al empresa y
en el hogar. Estas formas están siendo actualmente cuestionadas por las nuevas
tecnologías de producción y de organización, por lo que se abre una nueva
posibilidad: la alianza de los principios masculinos y femeninos. No sé
resolver la escisión, sin embargo, si no es a través de un esfuerzo
consciente por arraigarnos mejor en nuestro cuerpo, en nuestra sexualidad y en
el amor.
¿CÓMO
TOCAR EL TEMA?
Quiero
comenzar a tratar el tema como quién observa y toca el cuerpo de un paciente
hombre en una sesión de terapia psico-corporal.
Lo
primero que puedo observar es que mi paciente casi no respira. Esto es un
síntoma preocupante, puesto que la intensidad de su respiración es una
indicación de su vitalidad. Tal vez respira sumiendo el vientre al inhalar y
expandiéndolo al exhalar, en forma paradójica, haciendo surgir la pregunta de
porqué no se deja expandir libremente todo el cuerpo al inhalar y porque no se
deja relajar todo el cuerpo al exhalar. Tal vez respira sólo a nivel del tórax,
manteniendo su vientre sumido, lo que reflejaría la necesidad de controlar las
sensaciones viscerales de miedo o inseguridad (no en vano a los soldados se les
entrena a meter el vientre y sacar el pecho). Tal vez piensa que no mueve el
vientre porque no quiere parecer gordo, pero por debajo de esa apariencia muy
probablemente está ese viejo mandato a los guerreros. Tal vez su tórax
encuentra sólo poco a poco, espasmódicamente, el espacio que necesita para
aceptar un poco más de aire, lo que nos haría pensar que hay angustia en su
pecho y que ella puede estar afectando su corazón. De una u otra forma éstas
perturbaciones de su respiración tienen que ver con un diafragma tenso
escindiendo su cuerpo en dos: su parte superior (sede de su voluntad, su
intelecto y sus sentimientos "sublimes", considerados en nuestra
cultura como más "espirituales", más "elevados"), y su
parte inferior (sede de su sexualidad, de sus sentimientos viscerales de rabia,
miedo, de sus excreciones, su metabolismo, su energía, sede de sus
"instintos primarios" que en nuestra cultura son considerados como
"bajos instintos"). La tensión diafragma tica pareciera servirle
para impedir que las emociones que se originan en la parte inferior de su
cuerpo asciendan y se expresen con toda su fuerza y de una manera total,
integrada. Su respiración escindida oscila entre lo que David Boadella (2)
diría es el amor impotente (respiración torácica) y el poder sin amor
(respiración abdominal).
Su
respiración superficial le sirve para controlar sus emociones, cosa que ha
aprendido desde pequeño. El tórax poco o nada móvil más parece una jaula de
huesos para un corazón aplastado que una protección flexible, semiabierta,
móvil, para la víscera más compleja de nuestro cuerpo. Tal vez esa noble
víscera se le quiera salir por la boca, taquicárdica, o está confundida por
innumerables mensajes eléctroquímicos contradictorios que han terminado
provocándole el caos que se llama arritmia. La rigidez en el vientre comprime
también el corazón. No es difícil entender cuán frecuentes son los males
cardiacos en el hombre.
Sus
huesos están torcidos por décadas de tensión muscular. Sufre una deformación
postural (arqueo en la parte dorsal superior, mandíbula prominente, rodillas
bloqueadas hacia atrás, hombros levantados, cabeza proyectada hacia adelante,
entrecejo fruncido, u otras) que tomaría años corregir, aún cuando hubiera de
su parte la más absoluta determinación de curar sus heridas (...o que tal vez
es ya imposible corregir por lo estructural de las perturbaciones somáticas
sufridas).
Sus
pies que han desarrollado suelas naturales y grietas. Sus dedos del pié
agarrotados, manifiestan inconscientemente su necesidad angustiosa de
mantenerse firmemente agarrado al suelo y de no caer (real o simbólicamente),
ni sentir dolor al caminar.
Su
abdomen, fuente de su energía, tiene poca vida, y su peristálsis es escasa o
nula, mostrando el dominio del simpático en su estado de alerta crónica.
Sus
caderas tienen poco o nulo movimiento espontáneo al caminar y al respirar,
denotando su rigidez sexual. Muy probablemente sienta su sexualidad
desconectada del sentimiento misterioso y asombroso del amor.
Él
reconoce estar "tenso" y eso le molesta porque disminuye su efectividad,
pero interpreta esta "tensión" simplemente como una "tensión
nerviosa" producto de sus conflictos externos, y no la reconoce como
tensión muscular. Sus músculos están fibrosos, anudados y duros, debido a una
contracción crónica de la que no es en absoluto consciente, salvo cuando le
sobreviene algún dolor insoportable en la espalda, en una pierna, en el cuello,
o en alguna articulación (cosa que nada tiene que ver con el buen tono que hace
que la masa muscular sea firme pero suave). Sus músculos flexores están
contraídos en actitud de defensa congelada; sus extensores contraídos en
actitud de agresión congelada; los músculos pequeños de sus articulaciones (los
del equilibrio) igualmente están contraídos, buscando mantener su integridad.
Entre los músculos más endurecidos se encuentran muy probablemente los
suboccipitales, los de la parte inferior de la nuca, buscando mantener la
cabeza unida al cuerpo, pero a la vez controlar las pulsiones que atraviesan el
cuello de y hacia el resto del cuerpo. En las psicoterapias corporales, esta
zona extendida a los oídos, los ojos y la nariz es llamada "anillo
psicótico", porque a través de ella se manifiestan, o mas bien se
provocan, disociaciones severas.
La
tensión muscular inconsciente, nos diría Gerda Boyesen (3), le ahorra energía
psíquica para poder controlar aquellas emociones que necesita reprimir o
contener, a fin de no mostrar su fragilidad, miedo, vulnerabilidad. No sería
posible, psíquicamente, controlar conscientemente emociones fuertes todo el
tiempo. El mecanismo de regulación natural de las emociones a través de la
descarga emotiva (llanto, grito, queja, etc.), la acción (golpe, huida, pelea,
etc.) y el relajamiento (reconciliación, descanso, etc.) están inhibidos, y los
mecanismos de regulación vegetativa por la vía del canal digestivo (con la
peristálsis, el vómito, la diarrea, la inhibición de la función excretora,
etc.) está sobrefacturado, por así decir, y ya no funciona. Controlar emociones
significa en efecto contener un impulso que nace de las vísceras e impedir que
salga de ahí. La llamada "coraza muscular" garantiza ese bloqueo,
pero su consecuencia es también una "coraza visceral".
Incluso
el mismo cerebro está sobrecargado. La mentira generalizada contra su cuerpo
muy probablemente le provoca dolores de cabeza y una sensación de pesadumbre en
la cabeza, sobretodo en el lóbulo frontal, donde seguramente puede sentir una
gran carga energética concentrada y bloqueada. Si pudiera identificar donde se
encuentra su Yo y no le desconcierta mucho que se lo pregunte, tal vez diga que
está en su cabeza, y en particular en su frente.
Si
le pregunto, finalmente, "¿qué sientes...?" me responde "pienso
que..." como si se tratara de lo mismo. En general puedo percibir que mi
paciente no sabe lo que siente.
No
es monopolio de mis pacientes hombres este escenario corporal devastador, pero
es más típico en los hombres que en las mujeres.
Lejos
de mis intenciones está el transmitir una imagen mecanicista de la relación
cuerpo-psiquis. En lo que describo, como resultar obvio más adelante, hay
una realidad única, con aspectos psíquicos, sociales, económicos, políticos,
culturales, ecológicos, biológicos, espirituales, etc. y a la vez somáticos.
Tales aspectos son separables sólo con fines analíticos, pero conforman una
totalidad indivisible, en la que todas sus facetas están interrelacionadas y se
condicionan mutuamente. Se somatiza lo psíquico, se simboliza lo somático, se
somatiza lo económico, se psicosomatiza lo cultural, etc., y la totalidad de
todas esas relaciones es un todo único indivisible en la realidad.
En
un diagnóstico de éste paciente típico me vería obligado a decir que su patrón
de perturbación somática se ajusta mucho a lo que Stanley Keleman (11) llama la
estructura rígida (del autoritario, dominante, desafiante, fálico) o a la densa
(del defensor, compacto, suspicaz, defensivo, implosivo), o a lo que Lowen (12)
llama carácter psicótico (negación del sentimiento) o al esquizoide
(disociación del pensamiento y el sentimiento). Lo que predomina es la negación
de sentimientos, la actitud pragmática, ética y moralmente débil en la vida.
Keleman en su libro citado, coincidentemente usa imágenes de cuerpos masculinos
para mostrar los rasgos de los patrones rígidos y densos de perturbación
somática, y femeninos para mostrar los hinchados y colapsados.
Demás
está decirles que el escenario que he descrito es también el mío, en gran
medida, y que a pesar de ello - o tal vez gracias a ello - sigo vivo.
LOS
CONDICIONANTES PSICOBIOGENËTICOS
¿Qué
hace que los hombres tengamos estas tendencias a la rigidez, a la densidad, a
la psicopatía, a la disociación más marcadamente que las mujeres? (Éstas
tienden en mi experiencia más a lo que Lowen llamaría el carácter masoquista, o
al oral, o a lo que Keleman llamaría el patrón de perturbación somática tipo
hinchado o colapsado.)
Las
diferencias psico-bio-genéticas entre el hombre y la mujer ¿pueden ayudarnos a
entender las diferencias del tipo de respuestas? La mujer vive, en efecto,, por
su propia naturaleza, experiencias de tipo psicosomático muy marcadas. Cambios
corporales como la menarquia, la aparición y crecimiento de sus senos, la
menstruación, la concepción, la gestación, el parto, la lactancia, el destete
de su hijo o hija, la menopausia, son sentidos por la mujer como experiencias
psico-físicas, no simplemente físicas. El hombre cambia de voz, desarrolla más
vellosidades en el cuerpo que la mujer, experimenta la erección del pene, pero
ninguno de esos cambios va tan indisolublemente ligados a una modificación del
estado emocional comparable a los de la mujer. De esa manera la naturaleza crea
condiciones que parecieran favorecer más las respuestas evasivas de los
sentimientos y emociones en el hombre. Como dice Penélope Young:
"Tradicionalmente
las mujeres se han sentido más cómodas que el hombre en el reino de las
emociones. Su sensibilidad a los cambios sutiles de los estados emocionales ha
sido un programa psico-bio-genético de apoyo para la supervivencia de la
especie. Las madres han necesitado descifrar las sutiles diferencias de
sentimientos que expresa el llanto de sus hijos, distinguiendo entre el dolor y
la enfermedad reales y las incomodidades menores. Las madres han requerido esa
apertura exquisitamente fina hacia los sutiles niveles de conexión y de
comunicación de emociones que se requieren para los lazos, la nutrición y la
enseñanza de infantes y niños sobretodo en la etapa preverbal. Por una razón
similar, creo, las mujeres, históricamente, se han definido menos en tanto
sí-mismos separados, se han preocupado menos de la protección y control de
territorios personales, y han sido más bien dotadas de programas que las hacen
agudamente conscientes de las necesidades de los demás. No es tan amenazador
para las mujeres como para los hombres perderse momentáneamente en un chorro de
emociones... (de éste modo las mujeres pueden ahogarse más fácilmente en
sentimientos y los hombre son atrapados más frecuentemente por la negación de
sentimientos). La programación psicobiogenética necesaria para criar niños es
muy diferente de la que se necesita para cazar mamuts" (6).
Por
otro lado, hay diferencias marcadas en el drama edípico característicos de
nuestra cultura, al menos de la más occidentalizada. La hija mujer tiende con
más facilidad a mantener sus lazos primordiales con la madre cuando establece
lazos con el padre, lo que es más difícil para el hijo varón. Si es cierto que
existe la llamada "envidia del pene" por la mujer también eso
significa que la mujer no puede ser simbólicamente castrada en nuestra cultura,
y el padre no necesita expulsarla del lado de la madre con quien le resulta
fundamentalmente más fácil mantenerse unida (lo que puede acarrear problemas
especiales de simbiosis a las mujeres también). Estas diferencias en el drama
edípico tal vez tengan raíces en alguna memoria atávica. Recordemos que en
muchas especies mamíferas, los machos líderes de la manada expulsan o matan a
sus propios hijos machos cuando éstos devienen adultos y llegan a la edad en
que buscar n aparearse, cosa que no ocurre con las hijas hembras.
Judith
Meltzoff (16) al establecer diferencias en el drama edípico entre el hombre y
la mujer nos dice:
"Supongamos
que el niño siente la rabia/rechazo que siente el padre (por él). El origen de
la rabia es entonces la figura paterna.... el niño piensa linealmente y toma la
decisión inconsciente de unirse al padre que resiente su presencia, y así se
protege. De este modo se ve obligado a separar y negar el placer del apoyo
femenino (el mecanismo típico de la víctima infantil de un abuso, es decir, la
negación de la rabia y el establecimiento de un vínculo con quien perpetra el
abuso). La interpretación del amor materno en el tema edípico no dignifica ese
amor con la capacidad para dejar ir, para compartir, de modo que el niño se
separa. Esta separación necesita de la negación de la dependencia inicial, e
inhibe el desarrollo de la interdependencia." (16)
Según
Meltzoff, la mujer, en cambio podría decir "No necesito renunciar al amor
de mi madre ya que si él la ama me ama a mí como parte de mi madre, así que
puedo seguir conectada.... Es en la etapa edípica que los hombres vinculan la
identidad con su género a la separación y las mujeres a la interdependencia.
Ser muy interesante registrar qué es lo que va a ocurrir ahora que cada
vez más hombres toman parte en el proceso de la crianza infantil y participan
en el proceso del parto. Igualmente, en la medida en que aumentan el número de
familias de un sólo progenitor podremos encontrar cambios significativos en la
identidad de género en los hombres relacionados a la separación y la
interdependencia" (16)
Pero
hay que insertar esta realidad psicobiogenética en el contexto de la sociedad
capitalista moderna que le d una forma concreta. En efecto, no es lo
mismo ese condicionante para la sociedad moderna que para la sociedad primitiva
o para la sociedad feudal.
LA
SOCIEDAD PSICOPATICA
"Cuando
la riqueza es valorada más que la sabiduría, cuando la notoriedad es más
admirada que la dignidad, cuando el éxito es más importante que el respeto a sí
mismo, la misma cultura sobrevalora la 'imagen' y debe ser considerada como
narcisista"
Alexander
Lowen (13)
Obviamente
no podemos aceptar que los problemas de la masculinidad tiene que ver solamente con condicionamientos
psicobiogenéticos o con las diferencias del drama edípico entre el hombre y la
mujer. Esos condicionamientos tienen que ser ubicados en un contexto social e
histórico. Este condicionamiento histórico es el del capitalismo, en el cual
ciertas psicopatologías pueden acomodarse e incluso premiarse con poder y
riqueza, por ejemplo:
1.-
Al hombre de tendencias psicopáticas, pragmático, que valora el éxito económico
a cualquier costo, que "no se deja llevar" por sus sentimientos (en
realidad que los niega), para quien la verdad es "lo que sirve" (como
reza la máxima del creador del pragmatismo norteamericano, William James) que toma "decisiones racionales".
Las decisiones "irracionales", como las decisiones "sentimentales"
a las que las mujeres son "proclives", no son bien vistas en el campo
de los negocios, del trabajo, ni siquiera de la política. Tal vez por ello
nuestra sociedad ha reforzado las posiciones de privilegio económico y poder de
los hombres en el milenario patriarcado. Lo no-racional, lo intuitivo, lo
instintivo, lo femenino, es considerando como poco confiable, e incluso como
"inferior".
2.-
Al narcisista que se siente "algo especial" y demuestra su capacidad
para manipular a los demás para el éxito en los negocios. El narcisista ha
sustituido su ser real por su imagen irreal, por un falso Ego que lo impulsa a
dominar y someter a los demás. (Ese narcisista necesita y atrae a una mujer Eco
convertida en piedra, que no puede sino mirarlo y admirarlo, y repetir lo que
él dice, pero a quién él no puede amar porque ni se da cuenta realmente de su
presencia.)
3.-
Al esquizoide, que separa sentimiento y pensamiento, atrapado por el temor a
sentir y que busca refugio en la cabeza, en su "juicio" y censura a
los demás.
4.-
A los hombres agresivos y mandones, tanto en el hogar como en las empresas.
Veremos más adelante cómo los "jefes" mandones están dejando de ser
una ventaja para las empresas y ciertamente no son una ventaja para las
familias, pero por ahora siguen teniendo un espacio cálido en nuestra economía.
Es
sólo muy recientemente, gracias a las campañas ecologistas, que se está
estableciendo una nueva idea del equilibrio entre el hombre y el medio en que
vive: el planeta tierra. Hasta hace muy poco, el acto megalómano de quien
impone su ilusa "grandiosidad" a costa del mismo planeta, fué
premiado y admirado como demostración de poder constructivo, de poder
económico. Recordemos la imagen que creaba en el Perú el famoso Le Tourneau por
su capacidad para destruir cientos de miles de hectáreas de bosques en la selva
con m quinas gigantescas. Marx (17) describía cómo el capitalismo
des-sacraliza la naturaleza y la somete totalmente a su búsqueda de ganancias,
afectando a la larga la vida en el planeta.
Pero
aún estamos hablando de condicionantes sociales muy generales. Estos valores
existen desde hace mucho tiempo, y no son suficientes como para explicar la
crisis de hoy, aunque sí contribuyen a describir rasgos de la masculinidad
moderna tal y como los define la sociedad patriarcal capitalista actual.
Los
desordenes psico-físicos pueden permanecer latentes si es favorable la situación existencial de
quien los lleva adentro potencialmente, y suelen manifestarse cuando hay
dificultades, cualquiera que sea la naturaleza de éstas. Mi hipótesis es que
los desórdenes emocionales y psíquicos a los que puede ser más propenso el
hombre por los factores psico-bio-genéticos mencionados antes, cultivados por
la sociedad narcisista del capitalismo en que vivimos, podrían estar
apareciendo con más frecuencia debido a la crisis del sistema social y
económico en que vivimos.
Como
propuesta de análisis sostengo que el conflicto actual que vive el hombre está
ligado al final de una etapa histórica (la que se inició con la industrialización
masiva del modelo fordista de la producción) y el inicio de una nueva etapa (la
de la información y de las comunicaciones). Como en toda crisis, los patrones
psico-sociales predominantes también entran en crisis, incluyendo las formas
particulares de machismo, y surgen nuevas concepciones potenciales acerca de
cuales son las formas más adecuadas de comportamiento, surge un nuevo sentido
común para todo, como nos dicen autores como Carlota Pérez y Christofer Freeman
(18), incluso para cómo ser hombre. Tal vez podemos decir que, gracias a ello,
se abren nuevas oportunidades para modificar y mejorar la relación entre los
hombres y las mujeres. Pero esa mejoría (y ojal fuera, solución!) no se
dar automáticamente; se trata solamente de una nueva oportunidad.
LOS
HOMBRES ESTAMOS COMENZANDO A LLORAR
Miro
mi sexo con ternura
Toco
la punta de mi cuerpo enamorado
Y
no soy yo que veo sino el otro
El
mismo mono milenario
Que
se refleja en el remanso y ríe
Amo
el espejo en que contemplo
Mi
espesa barba y mi tristeza
Mis
pantalones grises y la lluvia.
Miro
mi sexo con ternura
Mi
glande puro y mis testículos
Repletos
de amargura
Y
no soy yo el que sufre sino el otro
El
mismo mono milenario
Que
se refleja en el espejo y llora
Jorge
Eduardo Eielson
La
crisis lleva a decenas de miles a la muerte en guerras, a decenas de millones
al terror, cientos de millones al desempleo, a miles de millones al hambre.
Además no parece tener visos de solución. Creo que esto hace perder al hombre
su imagen narcisista y por lo mismo está sufriendo una pérdida masiva de su
autoestima y cae en la depresión. Las depresiones deben estar atacando ahora a
los hombres a una tasa mucho mayor que dos décadas atrás cuando el modelo
económico fordista estaba en pleno auge; y no me sorprendería si tal tasa fuera
bastante mayor que la de las mujeres. El hombre pierde fé en sí mismo, en su
rol de padre, de productor, de proveedor, de maestro, de guía, de protector, de
guerrero noble, la fé en algo! (la
crisis es tan profunda que refuerza la devastación al hacernos creer que nada
puede mejorar)
El
desánimo profundo hace desastres con nuestra proclividad a la evasión, con la
negación de los sentimientos desagradables de inseguridad, de impotencia, de
miedo, de dolor y de desesperanza. En este sentido, la depresión puede ser tal
vez la respuesta inmediata potencialmente más sana ya que recupera nuestra
conexión con los sentimientos. Tal vez es un camino inevitable para reconocer
que la vieja masculinidad patriarcal ha vivido más de lo necesario, o por lo
menos está severamente cuestionada. Nos deprimimos por esa pérdida de falsa
imagen y ese es un camino duro y difícil, pero a la larga saludable para
nosotros hombres.
Esa
depresión reivindica el derecho de los hombres a sentir, y de hecho estamos
comenzando nuevamente a llorar, aunque evidentemente no de dicha (cosa que
también nos es difícil). Las depresiones
son una manera de renunciar a la fantasía omnipotente primaria que
cultivó la sociedad narcisista, especialmente en la etapa industrial fordista
de la producción en masa. Ver deteriorarse nuestra salud, deteriorarse la
calidad de nuestra vida y perder la imagen del "hombre fuerte", del pater familiae, en ésta etapa de la
historia puede llevarnos a una depresión creativa. Mientras nuestra imagen
podía mantenerse en medio del gran ascenso económico y social de postguerra, no
podíamos fácilmente hacer consciencia de nuestro profundo alejamiento de la
salud y del equilibrio.
Tal
vez necesitamos masivamente en una terapia ya no individual ni de grupo, sino
de género, para aprender a expresar rabia contra las causas reales de nuestro
estado disociado. Tal vez estamos atisbando el hecho de que muchas, demasiadas
veces, consciente o inconscientemente, llevamos nuestra rabia a casa, contra
nuestra mujer, o contra nuestros hijos, o la descargamos contra otros hombres
que tienen aún menos poder que nosotros.
Estamos
aprendiendo a diferenciar mejor cobardía de miedo (los soldados norteamericanos
en Viet Nam sentían miedo, pero poco a poco se dieron cuenta que la cobardía
residía en la política dominante, no en el sano miedo que ellos sentían).
Permitirnos sentir legítimo miedo, pánico, terror, puede significar un acto
valeroso en defensa de la vida. Tal vez en algún momento en nuestro pasado como
personas y cómo género congelamos nuestra capacidad de sentir miedo porque no
podíamos permitirnos sentirlo y sobrevivir a la vez, o no enloquecer. Pero
ahora hay mejores condiciones como para poder diferenciar un acto valeroso de
un acto suicida.
Tal
vez nos resulte más difícil diferenciar poder de fuerza. La experiencia actual
nos muestra que ganar poder puede significar perder salud, deteriorar nuestra
calidad de vida, estar en estado permanente de conflicto y lucha, deteriorar
nuestra autoimagen, mentirnos a nosotros mismos acerca de que podríamos vivir
sin escrúpulos, en resumen: perder fuerza. "El poder corrompe", es
una frase que hemos escuchado muchas veces, y mucho de cierto contiene. El
poder confiere inmunidad, capacidad de chantaje, facilidad para la
manipulación. Pero todo ello termina debilitando y destruyendo. No es cierto
que existan poderosos corruptos y felices. Los que son poderosos sólo son real
y profundamente felices si es que su poder va acompañado de compasión, de amor,
de voluntad de protección de los más débiles, de generosidad, y tales virtudes
son la manifestación de la verdadera fuerza y son las que confieren fuerza a
los demás, no el poder en sí. Pero los poderosos se deslizan fácilmente al
abuso, incluyendo a los padres que se sienten autoridad en la casa por
ignorancia, debilidad o temor de la mujer y de los hijos.
Por
extensión de lo que esbozo en el párrafo anterior, tal vez nos sea más posible
ahora diferenciar debilidad y vulnerabilidad. Podemos en efecto sentirnos muy
vulnerables, sin que ello signifique que seamos "débiles de
carácter".
Facilita
este aprendizaje el hecho de que los "modelos masculinos" de la
televisión, los Rambos, los Robocops, los modelos agresivos y corruptos que
dominan negocios, política y mujeres, contrastan con la realidad de las vidas
impotentes que vivimos la inmensa mayoría de los hombres. Rara vez aparece en
la TV el hombre real, el "hombre como uno" con problemas y dramas
reales, y son sumamente escasos los modelos de padres amantes, criadores de sus
hijos, productores eficientes, organizadores de la comunidad, protectores del
ambiente.
Y
estamos aprendiendo nuevamente, con mucha dificultad, a tener amigos hombres,
como lo hacíamos cuando muchachos. La mayoría de los hombres mayores de 30 años
simplemente no tenemos cultivamos nuevas amistades masculinas, limitándolas a
las que quedan de nuestra etapa de estudiantes o a los amigos de la
adolescencia. La "amistad" entre nosotros hombres es muchas veces
confundida con la existencia de intereses comunes, legítimos o ilegítimos,
"contactos". Amistad entre hombres se confunde aún muchas veces con
treguas temporales para evitar conflictos; con complicidades mutuamente
encubridoras, ya sea para algún trago demás (el famoso "chupao juntos"),
para alguna trampa fiscal, o para alguna maniobra psicopática de poder. La
verdadera amistad entre hombres, que implica la intimidad, la sinceridad en la
manifestación de emociones, la caricia y calidez mutua, es temida, entre otras
razones, por el fantasma de la homosexualidad, la homofobia.
Con
dificultad hablamos entre hombres del amor, como si la delicadeza de ese
sentimiento fuera propio de seres débiles. No hablamos de nuestras muchas
dificultades sexuales, de nuestros miedos atávicos, de nuestro desconcierto con
la impotencia, de nuestra disociación tan común entre amor y sexualidad. Si lo
hiciéramos estaríamos mejor preparados para hacerlo con nuestros propios hijos
varones que muchas veces no saben a quién recurrir cuando confrontan problemas
en su vida amorosa y sexual, llena de mitos, nuevos tabúes, nuevos temores, y
falsificaciones deliberadas de la sociedad de consumo y de la televisión, y
para hablar con nuestras hijas mujeres para quienes la im gen del varón
conlleva una carga amenazante.
Menos
hablamos los hombres de nuestros temores homosexuales. Es cierto que la lucha
de los movimientos "gay" ha logrado que los homosexuales reciban un
trato digno, independientemente de si se considera o no a la homosexualidad
como una perturbación psíquica y emocional o simplemente como una opción
sexual. La verdad es que la mayoría de los hombres (un 50 a 80% según la
literatura) hemos tenido experiencias homosexuales, y tal vez todos hemos
pasado por una etapa homosexual o bisexual, o vivimos con un lado homosexual oculto.
Ya no podemos negar que esa homosexualidad convive con nosotros, pero
difícilmente nos permitimos hablarlo. Para la mujer es más fácil hablar de su
homosexualidad, tal vez porque la sociedad admite más fácilmente la caricia y
el contacto físico entre mujeres.
Abrumados
con la carga económica del hogar, muchos tratamos de superar nuestra actitud
ambigua hacia el trabajo de nuestra mujer o compañera. Necesitamos compartir
nuestro esfuerzo físico e intelectual para el sostén del hogar con nuestras
esposas, pero esto choca con la vieja imagen de la masculinidad que fantasía
ser autosuficiente como proveedor, con la imagen narcisista que no soportaría
que la mujer resulte mejor proveedora del hogar que el hombre (cosa que ocurre
cada vez más frecuentemente, en particular en los países más pobres y entre las
clases menos favorecidas),.. o con fuerzas más oscuras y memorias atávicas como
las que refleja el temor ante las misteriosas fuerzas creativas y reproductivas
de la mujer,... o, tal vez, con impulsos psicobiogenéticos poderosos como el
impulso a asegurar la supervivencia de su particular dotación genética en
exclusión de otros hombres (los celos atávicos). Pero poco a poco estamos
comenzando a hablar con nuestra pareja, estamos confesando nuestros temores,
estamos reconociendo nuestras debilidades, estamos hablando acerca de qué es lo
que esperamos de nuestra relación de pareja y a luchar por lograrlo.
Ellas,
por cierto, tienen también necesidad de compartir la carga del cuidado de la
casa, de las tareas del hogar pero muchos de nosotros hemos aprendido a ser
inútiles para tareas hogareñas muy sencillas como cocinar, planchar, coser,
cuidar de los bebes (muchas veces enseñados por nuestras propias madres que nos
botaban de la cocina o nos hacían sentir ridículos si queríamos coser o jugar
con muñecas). Nosotros hombres necesitamos re-aprender a disfrutar plenamente
los placeres de la crianza de nuestros hijos, del ocio creativo, del no hacer
nada, del oler a nuestros hijos y a nuestra mujer sin perfumes, sin talcos y
sin desodorantes.
Tal
vez podamos abandonar la imagen fantasiosa narcisista del amante perfecto, del
omnipotente sexual, a pesar de los modelos de la TV, reconociendo las mutuas
responsabilidades en la vida sexual. Toda una generación o más, ha negado su
ternura varonil y su acceso a los sutiles mensajes del amor por tratar de
"satisfacer" sexualmente a su compañera con la máxima frecuencia, y
mediante acrobacias, quedando ambos en el fondo huérfanos del placer pleno y
real que sólo puede surgir de la capacidad de derretirse y de entregarse
enamorados. Vivimos presionados en nuestra cultura por el terror de no tener
una erección, o de no mantenerla, tal vez por el temor intrapsíquico a la
castración (la fantasía de la vagina dentada que existe en tantas culturas),
...o por el terror atávico a ser expulsados de la manada por un macho más
potente,... (la fantasía edípica de ser castigados en nuestra sexualidad o
castrados por por nuestro propio padre que nos expulsa del lado de nuestra
madre).
La
erección del pene, el fenómeno natural más dramático en el cuerpo del hombre,
es vivido por nosotros con una mezcla de temor y placer. Nuestro placer al
sentir nuestra erección no se limita a la anticipación del posible disfrute
sexual, sino que se extiende a la sensación de potencia, de fuerza
engendradora, sembradora de vida, bella
y creativa. Pero en nuestra cultura en la que domina el cerebro y el culto al
poder, se fantasea acerca de la superpotencia del pene. En realidad la erección
es eminentemente involuntaria, no controlable, afectada por los aspectos más
recónditos de nuestra psiquis que nos resulta difícil reconocer. Y esa fantasía
omnipotente, al alejarnos de nuestra real naturaleza, nos crea dificultades
sexuales. En nuestra psiquis, perder una erección es una afrenta a nuestras
fantasías omnipotentes.
En
el estado actual de nuestro género, en nuestro estado actual de disociación y
de depresión, el acto sexual es percibido aún por muchos de nosotros, hombres,
desde una perspectiva alejada de la reproducción y de la crianza, y eso hasta
cierto punto corresponde a una realidad, puesto que los hombres nunca podemos
quedar embarazados. Para la mujer el acto sexual siempre conlleva la
posibilidad real de un embarazo y la perspectiva real de tener que criar un
hijo o hija, con la sola excepción de las mujeres que tienen ciertos cambios
orgánicos irreversibles, pero para quienes, de todos modos, ese recuerdo
corporal no se borrar jamás. La mujer no puede huir, en la realidad, de
la trascendencia del acto sexual.
Pero
la erección con amor, el coito con consciencia del asombroso misterio de la
procreación, unidos al gozo de la posible crianza (o a su recuerdo como una
bella realidad ya vivida para quienes ya tuvieron hijos y no desean tener más),
la unión genital en la que participan todos los órganos, sentidos, músculos,
huesos y neuronas, sin control del Ego, son infinitamente más placenteros.
Este
redescubrimiento, este reencuentro con nuestra naturaleza tal vez se facilite
por la crisis de nuestra masculinidad, por la vía de nuestra depresión que nace
de nuestra pérdida de nuestro falso Ego, y gracias a la reconquista de nuestro
derecho a llorar. Tal vez nos parezca este proceso un poco alejado en el Perú.
Y lo es relativamente. Pero ya no tanto si lo vemos a escala mundial y
reconocemos que vivimos una época de globalización de la cultura.
Necesitamos conversar muchas cosas entre
nosotros hombres!
LAS
CIFRAS DE LA DEVASTACION
"El
hombre está siendo devastado física y psíquicamente por nuestro sistema
socioeconómico. En la medida en que la sociedad... continúa dando el poder a un
minúsculo porcentaje de hombres y a un porcentaje menor pero creciente de
mujeres, está causando gran confusión y angustia a la mayoría de los
hombres"
Andrew Kimbrell (4)
Veamos
algunas cifras de la crisis de la
masculinidad: la esperanza de vida en el hombre es 10% menor que la de la
mujer, en todo el mundo, incluso en los países más adelantados, y no por
razones genéticas. Las cabezas de familia están dejando de ser siempre los
hombres; en Venezuela más del 60% son mujeres, yo estimo que no menos de un 50%
en el Perú, aunque las estadísticas nos digan que sólo son un 20%. Esto es una
tragedia generalizada tanto para el hombre como para la mujer, pero como lo que
ocurre generalmente es que el padre abandona el hogar, mueve a reflexionar,
cuántos hijos varones alejados de su padre!
cuántos hijos deformados por el modelo de un padre ausente!
La
inmensa mayoría de las personas sin vivienda son hombres: un 80% en los EEUU. No tener casa es una de las condiciones más
dolorosas en la existencia humana, y en algunas lenguas se asocia con la
alienación, con la locura (la palabra alienado significa literalmente
sin-lugar, sin lazos). Miles de niños viven sin casa en las calles. El desamor
y el abandono es su escuela de "hombría".
En
1991, el año laboral en los EEUU era de 1,949 horas, lo que significa 163 horas
más que en 1969, el equivalente de casi
un mes más de trabajo más en el año!. Cierto que éste incremento en los EEUU ha
sido mucho más fuerte para las mujeres que tienen un empleo que para los
hombres, ya que el número de horas al año que éstos últimos trabajaban hace 20
años era 46% superior y ahora es sólo 26% mayor que el que trabajan las mujeres
(9). Estos cambios han alejado a los padres de sus casas dramáticamente, hasta
el punto que los padres de hoy pasan 40% menos tiempo con sus hijos que en
1965!
Es
difícil imaginarse y medir las consecuencias psicológicas de una
despaternalización tan masiva, a pesar de que por otro lado hay también más
padres que se acercan de nuevas maneras a sus compañeras, asisten al parto de
sus hijos (experiencia que antes era accesible a un hombre sólo si era
ginecólogo), se tiende menos a excluirlos del momento m gico del amamantamiento
de sus hijos por sus compañeras, e incluso es más común ver a padres que crían
solos a sus hijos.
En
los EEUU el 60% de los estudiantes que abandonan el colegio son hombres. Me
imagino que en el Perú ese porcentaje puede ser mayor, ya que se les saca para
que traigan dinero a la casa lavando o cuidando carros, o por otros medios
menos legales. Da temor la idea de estudiar en detalle esas cifras, más aún al
pensar que la ola del neoliberalismo en el Tercer Mundo que ha sustituido a las
formas evidentemente parasíticas del "proteccionismo" (políticas que
fueron tal vez las únicas posibles en su momento), ha cortado radicalmente los
subsidios, incluidos los subsidios a la educación. En el Perú ha logrado sacar
de los colegios a casi la mitad de la población escolar en muy pocos años.
Por
otro lado, la mayoría de los crímenes son cometidos por hombres. De los 14,000
detenidos en cárceles en el Perú en 1990-91, 12,700 eran hombres. Los delitos
contra la familia en el Perú, en 1981, representaban sólo el 0.5% de los
delitos registrados por la policía. En 1991 eran 21.8%. Obviamente hay también
más delitos registrados de ese tipo mientras antes no se denunciaban, y hay
comisarías de mujeres que no existían antes, pero eso no explica todo. (5)
Esta
situación es más grave aún para las minorías nacionales o étnicas. En los EEUU:
de cada 4 hombres negros de entre 20 a 30 años de edad, 1 está en la
c rcel, en libertad bajo palabra o bajo libertad condicional. En EEUU hay más hombres negros en las
cárceles que en los "colleges" y universidades. La principal causa de
muerte entre los hombres negros es el homicidio.
En
los EEUU los hombres tienen 4 veces más probabilidades de suicidarse que las
mujeres, y 5 veces más si se trata de adolescentes; hay tres veces más
alcohólicos entre los hombres que entre las mujeres, y dos veces más
drogadictos. El 90% de los arrestos por drogas y abuso de alcohol son contra
hombres.
No
es que la mujer no esté siendo devastada también por la crisis. Sólo he querido
destacar algunas cifras poco conocidas de lo que está pasando con el hombre.
Las
cifras que aparecen relativas a los EEUU, salvo indicación contraria, son
extraídas del trabajo de Andrew Kimbrell (4).
LA
CRISIS MUNDIAL
"Reconociendo
la victimización de las mujeres, debemos resistirnos a la visión de algunas
feministas de que la masculinidad misma y no el sistema actual de control
social y producción es el principal responsable de la explotación de la
mujer"
Andrew
Kimbrell
En
los últimos 20 años, con la excepción tal vez de muy pocos países, como Japón,
algunos países de la Comunidad Europea y tal vez los llamados "Tigres del
Asia", los ingresos reales se han deteriorado en la mayoría de los países
del mundo, así como se han agravado las diferencias entre los países en
desarrollo y los avanzados, entre los ricos y los pobres y las desigualdades
regionales dentro de cada país.
En
los últimos 20 años en los EEUU los ingresos reales per capita se han
estancado, quedándose al nivel que se
encontraban en 1970! y los salarios reales de los jóvenes menores de 25 años se
ha reducido en un 25% en ése mismo período.
Nadie
osa medir lo que está pasando en Europa del Este y en lo que fué la URSS, tal
vez por temor a que el reconocimiento del drama de hoy fuera alguna suerte de
justificación "ex-post" del infierno estalinista de antes. Se dice
que hay 100 millones de desempleados en esa región, y están derrumbándose los
colegios, las universidades, los hospitales, los centros de salud, los
programas de vivienda, la asistencia al anciano, el apoyo al niño, todos los
programas sociales.
Han
sido dos décadas terribles, desde que el 15 de Agosto de 1971 se inició el
derrumbe del sistema monetario financiero de Bretton Woods y se iniciara la
caída del modo de producción en masa fordista. Este no es el momento ni el
lugar para analizar en detalle ésta crisis.
Reconozcamos
solamente que el sistema político y económico sigue devastando fuerzas
productivas, a través del desempleo, el proteccionismo de los países avanzados,
las guerras y a la destrucción del ambiente y de sus habitantes.
Las
dos primeras guerras mundiales no se han repetido en una Tercera Guerra
Mundial, pero en incontables países se han extendido las guerras nacionales,
civiles, religiosas, étnicas, tribales, etc., con participación de las Naciones
Unidas.
Nuestra
sociedad psicopática es responsable del narcotráfico y del terrorismo (¿qué
edades tienen los 25,000 muertos de la guerra civil en el Perú? ¿qué sexo?).
Sigue el genocidio del género masculino, principal blanco del terror (a pesar
de que el terrorismo de todos los bandos en Perú, incluido el oficial, o en
Yugoslavia o en el Medio Oriente distinguen cada vez menos a los géneros).
La
destrucción del ambiente ha llegado a límites irreversibles, a pesar de los
esfuerzos desesperados de último minuto que se están haciendo. El suelo, el aire y el mar, que creíamos que
eran infinitos....!
Los
Bologna. los Yeltsin, los Reagan, los Walesa y las Thatcher de éste mundo,
sientiéndose justificados por las torpezas del proteccionismo y del
"estado benefactor", arreglaron con políticas
"neo-liberales" los problemas de caja chica de tantos estados.
Gracias. Pero dejaron o están dejando a las mayorías en la miseria o, en el
mejor de los casos, a la merced de programas de asistencia social
dramáticamente insuficientes.
El
sistema socioeconómico ha llegado al pice de la psicopatía, pero este
tema sería materia de otro artículo mucho más vasto.
LOS
PRIVILEGIOS DE LAS MUJERES Y DE LOS HOMBRES
"No
fué mi destino ser mujer, de modo que me resultaba más fácil ver sus ventajas.
No ví entonces hasta que punto el hogar podía ser una prisión, ya que las casas
me parecían lugares mucho más luminosos y agradables que las fábricas. No me di
cuenta - ya que de esas cosas no se hablaba - de cuánto sufría la mujer por la
mandonería del hombre. Ya en ese entonces podía darme cuenta cuán agotador era
para la madre atender todo el día las necesidades de sus hijos. Pero si siendo
niño se me hubiera hecho elegir entre atender a un bebé o atender a una
m quina, creo que hubiera elegido lo primero. Habiendo atendido ya a
ambos, sé que ahora escogería atender al bebé."
Scott
Russel Sanders (8)
La
mujer no debe perder jamás sus necesarios privilegios como madres gestantes,
lactantes, criadoras y educadoras de la primera infancia. Los hombres no
sabemos realmente, ni nunca podremos saber, qué significa engendrar un hijo,
dar a luz y dar de mamar, por más que tratemos y por más que nos acerquemos
físicamente al momento dramático del parto y la lactancia....
...
(aunque pareciera que a veces nuestro
cuerpo, cien por ciento masculino a nivel cromosómico, pareciera recordar, en
los rincones del subconsciente corporal, que cuando fetos teníamos una gónada
que no era ni de hombre ni de mujer, que teníamos una invaginación y los
rudimentos de las trompas de Falopio, al mismo tiempo que ellas tenían los
rudimentos de los conductos eferentes y del epipídimo, y que fue necesario todo
un proceso biológico en el que necesitaron confluir múltiples receptores y transmisores
para que se hiciera realidad lo que los cromosomas llevaban como memoria
genética. Y que esa transformación de nuestro ser biológicamente hombre a una
persona psicológicamente varón, identificado con su realidad física, requiere
de todo un tránsito, de todo un complejo desarrollo, que atraviesa etapas de
indefinición de la sexualidad, de bisexualidad, antes de lograr esa coherencia
entre lo psicológico y lo biológico, y que esa coherencia no siempre se
logra,... o tal vez se logra muy pocas veces).
...
Pero reconocer los derechos y privilegios de la mujer no significa que no
tengamos derechos que conquistar como hombres, los mismos que muchas veces son
ignorados o avasallados. Los padres tenemos derecho a estar con nuestros hijos
recién nacidos y de acompañar a nuestra esposa parturienta y lactante, pero el
"permiso pre- y post- parto" no existe para los hombres salvo en
algunos pases de Europa. Tal deseable y urgente reencuentro del hombre con su
casa, con su compañera y sus hijos es buscado en los EEUU por el movimiento
masculino a través del enfrentamiento con el poder social en las empresas y en
el Estado que se opone a los horarios flexibles, que impone largas jornadas
laborales, que sigue resistiéndose a permitir que el trabajo a tiempo parcial
sea una forma natural de trabajar, que descarta totalmente el trabajo
compartido (Kimbrell, 4), que se resiste a aceptar la posibilidad del trabajo
en casa hecha posible por las nuevas tecnologías y las nuevas formas de
organización.
Tenemos
derecho a que se nos considere igualitariamente la custodia de nuestros hijos
(más allá de la primera infancia) en caso de separación conyugal y el derecho a
adoptar hijos sin estar casados.
También
se prejuzga que las mujeres son mejores educadoras de los niños en los niveles
de educación elemental por lo que se discrimina en contra del acceso de hombres
a ese tipo de trabajo, y se dificulta así el acceso de los niños, y en
particular de los niños varones, a modelos masculinos complementarios a los
padres (Kimbrell, 4).
También
creo que los hombres tenemos que ganar el derecho de no ser obligados por las
leyes a pelear en guerras en las que no creemos, en las represiones de minorías
étnicas y religiosas y de los movimientos de desobediencia civil, o en la
represión de los derechos civiles, sindicales, políticos, etc.
UNA
NUEVA RELACION ENTRE LO MASCULINO Y LO FEMENINO?
"La
rebelión no es posible sin la inocencia, se rebelan sólo los niños y los
ángeles."
César
Vallejo (1)
Creo
que tal vez algo se puede atisbar en el horizonte que nos permita pensar en la
posibilidad de una nueva etapa en la vida del planeta, en la relación entre los
seres humanos y de éstos con la "madre tierra", y en particular en
una nueva relación entre lo masculino y lo femenino, entre el hombre y la
mujer. Como toda crisis, ella contiene las semillas de su superación. En el
idioma chino y en japonés, la palabra crisis se escribe con dos caracteres
(wei-ji), uno representa "peligro", el otro "oportunidad".
Si
admitimos que la crisis de la masculinidad (el remecimiento de sus viejos
cimientos y la depresión que sigue a la pérdida del paradigma masculino), va en
alguna manera asociado a una realidad económica e histórica concreta, refleja
ésta o es reflejada en ella, tenemos que examinar qué nos depara esta nueva
situación, que perspectivas abre, ya que en la historia lo
"necesario" o "posible" no es "inevitable".
La
crisis del sistema socioeconómico se debe en gran parte a su incapacidad para
adoptar y asumir las nuevas formas de producción que se hacen posibles por las
nuevas tecnologías y las nuevas formas de organización que él mismo ha
generado. Lo interesante es reconocer que esas nuevas tecnologías, esas nuevas
formas de organización, no parecen tener el mismo sesgo masculinista que las anteriores
(a pesar de que, paradójicamente, están logrando sus más grandes éxitos en
medio de una de las sociedades más patriarcales de la tierra: la japonesa).
Lo
primero que llama la atención y que nos hace afirmar que el sesgo masculinista
está en crisis, es el reconocimiento de que, en el nuevo paradigma de
organización, el Gerente General Omnipotente de la empresa, juez supremo de lo
que se necesita y lo que debe hacerse, el "pater familiae" de las unidades de producción, es obsoleto, ya
no sirve.
Tal
vez alguna razón histórica profundamente trágica hizo "necesario" (no
inevitable) al pater familiae. No
siempre estuvo en contra del progreso social y humano, así como puede decirse
que en alguna época fue un factor de progreso el gerente osado y agresivo, el
"capitán de la industria", el pionero industrial que asumía todos los
riesgos, tomaba todas las iniciativas y adoptaba todas las decisiones
centralizadamente, que sabía más que todos acerca de todo, y que construía una
cascada de supervisores y niveles jerárquicos en pirámides crecientes en altura
y complejidad para asegurarse que se haga su voluntad.
A
nivel de la familia, desde hace ya bastante tiempo, el modelo del pater familiae se ha vuelto contra la
familia y contra él mismo, pero esa obsolescencia era tal vez ocultada por la
continuación de su vigencia en la empresa. Hoy se puede decir, sin atenuantes,
que el sistema del pater familiae no
es una manera viable de criar y proteger realmente a la familia y que ha
sobrepasado su vigencia histórica. Se vuelve definitivamente un obstáculo al
crecimiento de sus hijos y al desarrollo de su esposa (saboteando la economía y
felicidad de su hogar y minando su propia salud); de protector
"paternalista", de ser motor de la prosperidad de su familia, se
vuelve en un obstáculo, en padre prepotente, mandón que muchas veces termina
hasta sacándole dinero a la esposa y a los hijos en lugar de apoyarlos.
En
la empresa se está declarando obsoleto al "capitán de la industria",
al pater familiae empresarial. El
nuevo gerente busca la cooperación, el consenso, y su rol es más el de
coordinador de voluntades y habilidades, de facilitador de los vínculos humanos
entre productores de todos los niveles y tipos de disciplinas, y su función
como "el que toma e impone unilateralmente las decisiones" está en
retroceso.
En
el Japón donde se han introducido más rápida y radicalmente éstas nuevas formas
de organización, los jefes dedican una buena parte de su tiempo a tomar té
(acto que muchas veces es motivo de burla contra las mujeres en nuestra
sociedad), mientras conocen a sus socios, clientes o proveedores, desde
múltiples aspectos y hacen amistad... (nunca hablan de negocios en la primera
reunión, ni en la segunda).
Lejos
de imponer órdenes, los nuevos gerentes y jefes modelo, se aseguran muy bien de
no equivocarse. Difícilmente toman una decisión que contravenga lo recomendado
por sus subordinados, ya que lo más probable es que éstos estén recomendando lo
más conveniente para la empresa y para el colectivo empresarial, y sería fatal
para las jerarquías superiores equivocarse. Nadie puede reunir todos los
conocimientos y disciplinas que se requieren para tomar decisiones, por más
sabio que sea.
La
nueva organización en gestación es más plana, de pocos niveles jerárquicos; es
participativa, basada en el autocontrol, autoevaluación y autosupervisión; es
más libre de imposiciones, y se plasma en equipos de trabajo flexibles y
multidisciplinarios, en habilidades múltiples, en la movilidad de cargos, en
las m quinas y equipos humanos adaptables, móviles, en el sobrediseño de
funciones y capacidades del personal en lugar del sobrediseño de equipos y
capacidades materiales, en la especificación mínima en vez de la especificación
total como antes. La participación consciente e informada de sus integrantes
predomina sobre la restricción de la información y sobre el mando a miembros
desinformados. Mal puede convivir con éste paradigma el viejo modelo
paternalista, patriarcal, en el que era necesario controlar y mandar para
sobrevivir (Perez, C. 19).
Las
grandes organizaciones que se requerían para la producción en masa,
estandarizada, en la que el trabajo está escindido en múltiples tareas
claramente especificadas y basada en la división del trabajo entre "los
que piensan" y "los que hacen", está progresivamente siendo
remplazada por la organización flexible, sin estándares fijos, siempre
susceptible de ser mejorada, sin funciones ni tareas rígidamente definidas, y
que definitivamente tiende a desterrar la disociación entre el pensar y el
hacer.
La
fuerza física (los "caballos de fuerza") no es ya el factor
fundamental en la producción de bienes y servicios, ni lo es la mera
inteligencia fría y matemática, sin que ello signifique que ya no sean
necesarias. Cada vez más importante es el diseño, la calidad, la inteligencia
unida a la imaginación, las destrezas múltiples, las destrezas manuales unidas
a las intelectuales, la rotación de funciones, los niveles de educación, la
flexibilidad en los sistemas, la capacidad de mejorar siempre lo que se está
haciendo, y literalmente la participación del hemisferio derecho del cerebro en
la producción ( el lado de la intuición, de la sensibilidad, del arte! el
ying!). La producción que dependía de la fuerza física del hombre (yang) y que
tendía a desplazar a la mujer de la producción ya no es la forma predominante.
La nueva economía no se basa en la energía como el factor clave, sino en la
información, en las comunicaciones, y en eso no hay sesgo masculinista.
La
competencia está siendo redefinida. Ser competitivo significa ahora ser una
"persona, empresa o grupo competente, capaz, hábil, bien preparado",
sinónimo de conocimiento, de habilidad. La nueva competitividad no se basa en
el principio de que "yo gano si tú pierdes". Una empresas competitiva
no es la que sabe cómo enviar a la ruina a otras empresas, sino la que sabe
cómo colaborar más eficientemente, incluso con los competidores. La competencia
del modelo fordista norteamericano está siendo progresivamente sustituida por
el principio de la cooperación, de los "juegos de suma positiva" (en
los que todos ganan), por los acuerdos a largo plazo con compradores, con
suplidores e incluso con las empresas del mismo ramo que compiten vendiendo los
mismos productos (con quienes se coopera en actividades como la investigación
científica básica y el desarrollo tecnológico llamado
"pre-competitivo", en el desarrollo de infraestructuras comunes,
redes de información, centros de diseño de alto nivel, las llamadas "design houses", etc.). Pasan a un
segundo plano la competencia de precios y se tiende a desterrar la
"competencia" que se basa en enfrentar a los suplidores y en engañar
y sangrar a los compradores. Mi convicción es que estos juegos de suma
positiva, esta cooperación sustituyendo a la vieja competencia, abrir n
más espacio a la mujer acostumbrada a cooperar, a atender, a esperar, y al
hombre que reconozca mejor su lado intuitivo y creativo que la sociedad llama
"femenino" pero que en realidad trasciende al género.
El
funcionamiento centralizado, propio del que todo quiere controlar, está siendo
sustituido por la operación descentralizada autocontrolada, con coordinación
central. La centralización de la función coordinadora acepta y necesita un mayor grado de delegación de
responsabilidades. La tendencia es a la flexibilidad, y modularidad, en lugar
de la predefinición de tareas y de los equipos dedicados. En realidad se busca
que las especificaciones sean las mínimas posibles para no coartar la
creatividad, la iniciativa, la capacidad de adaptación y la flexibilidad. Como
consecuencia de lo anterior, las organizaciones se transforman continuamente
para mejorar su funcionamiento.
Las
nuevas formas de organización se parecen más a la utopía anarquista que al
capitalismo. ¿No nos facilitan esas nuevas ideas acaso el permitirnos pensar en
la otra utopía, la de la alianza entre el principio femenino y el masculino?
¿No nos facilitar n estas condiciones nuevas el inicio de una nueva etapa
de las relaciones entre el hombre y la mujer, en que las reglas del juego sean
las de la suma positiva, es decir el juego de la pareja en que ambos ganan? Yo
creo que sí, pero también creo que esa nueva etapa en las relaciones de género
no ser un producto automático de las nuevas tecnologías, sino que
requerir mucho coraje para enfrentar viejos tabúes, y una lucha larga
apoyada en una alianza consciente.
LA
ALIANZA ENTRE LO FEMENINO Y LO MASCULINO
"Las
hijas de esos hombres (poderosos) querían compartir esos privilegios de sus
padres .... Ellas querían poder opinar acerca de su futuro, tener trabajo a la
altura de sus capacidades, querían tener el derecho de vivir en paz, sin ser
molestadas. Si, pensé, si, si. La diferencia entre esas hijas y yo era que
ellas me veían como predestinado de nacimiento a ser como sus padres, y por lo
tanto como enemigo de sus aspiraciones. Pero yo sabia que no era un enemigo ni
de hecho ni de sentimiento. Era un aliado. Si en ese entonces hubiera sabido
cómo decírselo, me habrían creído? me habrían entendido?"
Scott
Russel Sanders (8)
Reconozco
sin reservas el inmenso valor de la lucha feminista que buscaba un espacio en
la prosperidad que parecía abrirse con el boom de postguerra y que en los
ultimos 20 años ha tratado de defender a la mujer de la devastación de la
crisis. Hoy, en la etapa de la crisis del viejo modelo, no cabe a mi juicio
plantear una "lucha masculinista", por más v lidas que sean las
reivindicaciones políticas específicas para los hombres. Pero en la medida en
que dichas reivindicaciones masculinas no están en conflicto con la mujer, sino
que por el contrario se unen a ellas, la lucha nueva tiene que darse en el
plano emocional, político, sindical, ecológico, corporal, psicológico,
cultural, moral, etc., en todos los planos, pero no desde una perspectiva de
género, sino desde la perspectiva de los intereses de todo el género humano.
Algunos
como Virginia Wink Hilton (10) sostienen que la milenaria lucha entre el
principio femenino (diosa tierra) y el principio masculino (el dios padre)
representa la escisión entre la mente y el cuerpo, entre la razón y el
sentimiento, entre la lógica y la intuición, entre el control y la
espontaneidad, entre la naturaleza y la cultura y civilización. Eso NO significa que el principio masculino
era o es "malo". La separación fue tal vez necesaria para el
ser humano que luchaba contra las oscuras y terribles fuerzas de una naturaleza
que en parte era y sigue siendo amenazadora, inhóspita, mágica, que necesitaba
conquistar para sobrevivir. Probablemente la identificación del Principio
Femenino con la Naturaleza viene del misterio de la reproducción, de la época
en la que el cuerpo de la mujer aparecía como provisto de una fuerza mágica
capaz de producir la vida, fuerza que le era negada al hombre (cuando el ser
humano, por supuesto, no tenía conocimiento consciente de la relación entre la
unión sexual y la reproducción). La lucha contra esa naturaleza indómita se
habría identificado con la lucha del Dios Padre, del Principio Masculino, en
contra de la Diosa Madre, la temible Naturaleza indómita. Constituyó tal vez
una respuesta disociada pero, digamos, "necesaria" para la
supervivencia de la especie. Hilton nos dice: "Es análogo a una defensa
caracteriológica que evoluciona en nuestra edad temprana: inevitablemente, en
la medida en que crecemos y maduramos, lo que era un mecanismo de supervivencia
se transforma en su contrario y la amenaza".
Nos
dice Penélope Young, "el avance tecnológico, característico de la
civilización patriarcal ha traído consigo, irónica y felizmente, los medios
para terminar finalmente con el sufrimiento humano... El hecho de que yo, como
mujer, pueda estar sentada ahora escribiendo éste ensayo (con la ayuda de una
increíble extensión de la consciencia llamada computadora), en lugar de criar
hijos interminablemente, de fregar ropas sucias a mano, moler granos, traer
agua, atender el fuego, gastando cada una de mis horas de vigilia en lucha por
la supervivencia, es en gran parte el resultado del impulso al desarrollo del
patriarcado.... Gracias Padre!... El patriarcado no es el problema es la mitad
de la respuesta" (6).
Las
mujeres están tan afectadas por esta escisión como los hombres; ellas también
están alienadas de su naturaleza (su propio lado femenino),... y también para
ellas se abren las nuevas esperanzas. Lowen dice que el temor y bloqueo
inconsciente más grande de las mujeres para reunirse con el poder asombroso del
"principio femenino" (naturaleza) es el temor a quedarse solas, de
ahuyentar al hombre. Para el hombre el temor a rendirse ante su propia naturaleza,
el "principio femenino" viene del temor a perder su poder (temor a la
castración y a ser absorbidos), por lo que mantiene su rigidez y posición
dominante. Por eso, nos dice Lowen, necesitamos enfrentar nuestros temores,
unir el ego al cuerpo, la razón a los sentimientos, el control a la
espontaneidad.
¿Podremos
ya dejar de decir que la naturaleza representa lo femenino? ¿Podemos dejar de
decir que la intuición es un rasgo "femenino"? ¿Podemos reconocer que
la vulnerabilidad es una realidad para ambos sexos? Es que la Tierra, la
Naturaleza no tienen cromosomas XX ni XY. En un sentido opuesto, mi cuerpo,
cuyas células tienen, hasta la última, los cromosomas XY, tiene un hemisferio
derecho en mi cerebro que tiene que ver con mis emociones, con mi intuición,
con mi fantasía (y las im genes que alberga las producen neuronas que
tienen todas cromosomas XY). Mi corazón XY siente amor y dolor, coraje y fuerza
de voluntad, tanto como el de una mujer, ... y produce corazonadas (intuye).
Mis lágrimas las producen glándulas lacrimales cuyas células tienen todas
varoniles cromosomas XY.
En
la medida en que nos arraigamos mejor en nuestros sentimientos, en nuestro
cuerpo, en la medida en que nos poseemos mejor a nosotros mismos, aprendemos a
expresarnos mejor, más apropiadamente, menos escindidos, menos temerosos de
nuestra naturaleza, tanto hombre como mujeres, lograremos acercar lo femenino y
lo masculino (obviamente, sin que podamos jamás eliminar, las diferencias
genéticas que determinan los cromosomas XX y XY, et vive la difference!).
Parafraseando
a Virginia Wink Hilton (10) (que olvidó la palabra procreación), nos atrevemos
a decir (Las palabras en negritas en este párrafo son añadidos míos):
El
espacio en el que en última instancia podemos experimentar la curación de la
escisión es en el amor y en su expresión sexual (y procreativa), ese regalo de
la naturaleza, que la vida no siempre lo permite. En ese espacio, los
principios pueden unirse en nuestro interior. En ese espacio tenemos que
rendirnos primero a nuestros cuerpos y luego a otra persona (... y conectarnos
con el sentido de la recreación y de la
procreación de la vida). Ahí sentimos a la vez nuestro poder y nuestra
vulnerabilidad, nuestra soledad y nuestra conexión, nuestra separación y
nuestra unión (nuestra limitación y nuestra continuidad).
"El
hombre ya no se siente castrado; la mujer ya no se siente sola. La unión del
Ego y del Cuerpo, y su expresión en el amor, es la base para la curación de la
escisión entre los principios masculino y femenino, y a partir de la cual
podemos hacer todos los esfuerzos posibles para curar al mundo en que vivimos.
La solución de la escisión está en el cuerpo." (10)
En
pocas palabras, busquemos una salida basada en lo que Boadella llama el poder
del amor... comenzando por respirar
armónicamente, con un movimiento abdominal y torácico ondulante, armonioso....
REFERENCIAS
(1)
VALLEJO, César, "Poemas
en Prosa/Contra el Secreto Profesional" Obras Completas Ed LAIA 1977
(2) BOADELLA, David, "Lifestreams:
An Introduction to Biosynthesis" 1987
(3)
BOYESEN, Gerda, "Entre
Psyche et Soma"
(4) KIMBRELL, Andrew, "A
Time for Men to Pull Together" UTNE Reader, May June 1991
(5)
Ed. CUANTO, "PERU
EN NUMEROS, 1992"
(6) YOUNG, Penélope, "Right
Feeling: Doorway to transformations" Energy and Character: The Journal of
Biosynthesis, April 1992
(7) LOWEN, Alexander, "Some
Notes About Cancer" The Clinical Journal of the International Institute of
Bioenergetic Ana-lysis, Vol 3 Num 1, 1987
(8) SANDERS, Scott R. "The
Men We Carry in Our Minds: and how they differ from the real lives of most
men" UTNE Reader, May June 1991
(9) SCHOR, Juliet B. "Workers
of the World, Unwind" Technology Review Nov/Dic 1991
(10) HILTON, Virginia W. "On Uniting the Femenine and the Masculine" The Clinical
Journal of the International Institute of Bioenergetic Ana-lysis, Vol 3 Num 1,
1987
(11) KELEMAN, Stanley "Emotional
Anatomy" Center Press, EEUU, 1984
(12)
LOWEN, Alexander "Bioenergética"
Editorial Diana México 1977
(13) LOWEN, Alexander "Narcicism,
denial of the true self" Collier Macmillan Books, 1985 Londres
(14)
EIELSON, Jorge Eduardo "Noche oscura del cuerpo" Jaime Campodónico
Editor, Lima Perú, 1955
(15)
WHITMAN, Walt "Canto a mí
mismo"
(16) MELTZOFF, Judith "A
Woman Therapist in a Woman's Body" Volume 19, N. 2, Agosto 1988
(17) MARX, Karl "Grundrisse:
Foundations of the Critique of Political Economy (Rough Draft" 1939
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