domingo, 27 de septiembre de 2009

42. LA CURIOSIDAD DE LOS NIÑOS

Está bien que seas curioso como un niño, sin siquiera darte cuenta que lo eres. Esa hermosa frase que me repetía uno de mis maestros, Ron Kurtz, siempre alimenta el lado más esperanzador de mis días. Y en efecto, cuando estás al lado de un niño o niña, puedes dejar de lado la tentación de enseñarle siempre algo, y puedes dejarte llevar por su maravillosa curiosidad que los lleva a interesarse en todo, a maravillarse de las cosas más insignificantes, así como de las más importantes. Puedes volverte un niño curioso como él o ella, y preguntarte todo sobre tu experiencia del momento, como si fuera la primera vez que descubres la vida y cada uno de sus rincones. Tienes que dejar de lado tu supuesto saber y dejarte sorprender por lo que ocurre, sin ninguna idea previa, sin ningún supuesto conocimiento previo. En realidad ¿es que hay algún conocimiento que sea cierto de verdad? ¿Puedo estar absolutamente seguro de algo? Evidentemente no. Esa actitud de principiante, esa postura del aprendiz, es lo que conduce al niño que llevas adentro, a redescubrir el mundo, a verlo de una manera diferente, creativa, sacándote de tu rigidez y haciéndote sentir más cómodo con tus límites, ayudándote a aceptar saludablemente tu inocente ignorancia. Si te sitúas ahí, no mediará distancia alguna entre los niños más tiernos y tu corazón agradecido. Palabra de hombre.

No hay comentarios:

Publicar un comentario