jueves, 24 de septiembre de 2009

39. CUANDO LOS HOMBRES CREEMOS PERDER TODO

Muchas veces, cuando se separa una pareja casada, los hombres dejan la casa, los hijos, sus bienes, y eso duele muchísimo. Obviamente, la separación es de su pareja y no de sus hijos, que seguirán siendo suyos, y la casa seguirá siendo patrimonio de ambos. Pero ¿cómo no sentir un agudo dolor de no pasar las mismas horas, tan escasas ya desde antes por el trabajo, al lado de sus hijos? ¿Cómo no sentir un duelo si pierde su hogar, sus cosas, sus espacios, sus bienes, su jardín, sus libros, sus cubiertos, sus sábanas, al menos en usufructo? ¿Cómo no sentirse desterrado y sólo? No estoy hablando de las causas de la separación, sino del dolor de la separación misma. Puede que la separación se deba a algún grave error del hombre. Puede que no. Pero cualquiera que sea la causa, la sociedad es muy cruel con el hombre en las separaciones, y peor con el amor del padre cuando de la unión, que alguna vez fue deseada, nacieron hijos. E inmenso es el sufrimiento de los hijos también, cuando ocurren esas separaciones y papá se va, no importan las razones. Porque papá sigue siendo papá, sea cual sea su error, y siempre dolorosa es su lejanía. Estoy hablando obviamente de las situaciones habituales, cuando no se han cometido delitos, y cuando el amor de pareja se acabó, pero no el amor de padre e hijo o hija. Palabra de hombre.

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