jueves, 21 de mayo de 2009

4. EL DOLOR MASCULINO

En Europa y Estados Unidos se ha generado un poderoso movimiento de hombres. Cuando los hombres se reúnen, suelen escucharse tambores, cánticos rituales, y se escuchan historias de mucho dolor y resentimiento. Las guerras, sobretodo, confunden al hombre y lo destrozan en espacios muy íntimos. En la ética masculina el uso de la fuerza es una cuestión de honor. No es masculino usar la fuerza contra el vencido, contra el que no se puede defender, por más que nos sintamos amenazados y por más feroz que haya sido el combate que acaba de ocurrir. Y los gobiernos de algunos países, o los líderes de algunos movimientos políticos, declaran guerras profundamente inhumanas, atentados terroristas, bombardeos, asesinatos encubiertos o declarados, que no enorgullecen a los verdaderos guerreros, que se alistaron en alguna fuerza con la idea de defender su país, su nación, su familia, sus creencias. Pero no sólo las guerras nos afectan. También las nos duele el deterioro de la masculinidad en demasiados espacios. Los padres somos muchas veces excluidos de la educación de los hijos, por las mujeres. Los padres somos discriminados en nuestros derechos a cuidar de sus hijos porque se le suele dar legalmente prioridad a la mujer. En los colegios se produce una feminización masiva de la docencia y se tiende a excluir a los hombres. Las “cabezas de familia” son, en una proporción creciente, mujeres. No guardemos silencio frente a este dolor masculino. Palabra de hombre.

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