martes, 5 de enero de 2010

52. SER SANAMENTE EXTROVERTIDOS

Hemos hablado de no ser tan neuróticos y de saber ser agradables. Hablemos ahora de ser saber ser sanamente extrovertidos. No hay duda de que hay muchos momentos en la vida en que la introversión es importante y valiosa, tanto para protegernos de quienes no pueden entender algún aspecto de nuestro mundo interior, o no están preparados para siquiera mirarlo sin el mínimo de compasión y respetuosa aceptación. Pero también es vital que podamos expresar lo que vivimos en nuestro interior, a riesgo incluso de no ser comprendidos, no ser aceptados, hasta ser rechazados. Porque nuestra verdad es valiosa, si es honesta, si es producto de una reflexión y no de un capricho, si es que integra, y no separa, el pensamiento del corazón. Nuestra verdad no es “la verdad”, es solamente “nuestra” verdad, y no debemos confundirla tampoco con el conocimiento, con la ciencia, con la evidencia. Nuestra verdad, que necesita de nuestra capacidad para ser extrovertidos para ser escuchada, hará posible que los demás sepan dónde estamos, sepan a qué atenerse, conozcan qué sentimos por ellos, y por lo menos tomen en cuenta nuestra sensibilidad y expectativas, no necesariamente para complacerlas, pero sí para tomarlas en cuenta y respetarlas. Tenemos, pues, que permitir que nuestra verdad brote, al menos de vez en cuando. Creo que eso significa ser sanamente extrovertido. Palabra de hombre.

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