martes, 23 de febrero de 2010

56. LA ANGUSTIA Y LA CALMA

La vida tiene razones de sobra para generar angustias en nosotros. Nada es eterno, todo cambia, todo es incierto, salvo la inevitabilidad de la enfermedad y de la muerte. Pero ante esto solemos hundirnos en la depresión, o fantasear una vida sin sufrimiento, en este u otro mundo, podemos negar esa realidad y entregarnos a alguna actividad obsesiva que nos distraiga, o sumirnos en la fantasía de alguna creencia que nos consuele. Pero creo que esas respuestas no son las únicas posibles. También es posible aceptar esa realidad y vivir con ella como lo que es, y bendecir nuestra vida con el espíritu compasivo que de esa consciencia surge. También podemos aceptar, con esa misma compasión, que de vez en cuando vamos a caer en alguna forma de distracción evasiva como puede ser el consumismo, podemos reconocer que que la inevitable angustia de la vida nos va a llevar a veces a concebir alguna conducta agresiva, autocomplaciente o de autoconmiseración... pero tomando distancia de esa evasión, no actuándola irresponsablemente. Ni reprimas ni te entregues a esos sentimientos o impulsos, simplemente reconoce que están ahí, y observa cómo, solos, ellos desaparecen, se desvanecen, y vuelve la calma. Si logras tomar consciencia a tiempo de esas respuestas espontáneas, inconscientes, negadoras, podrás encontrar un reconfortante espacio de calma y de sabiduría. Palabra de hombre.

No hay comentarios:

Publicar un comentario